sábado, 7 de noviembre de 2009

Importancia de la familia en la sociedad

¿Por qué la familia es tan vital para una sociedad y para el ser humano? Por una simple razón de economía de recursos. Tome la forma que tome (esas formas pueden variar mucho), es la única institución social que ordena simultáneamente seis cuestiones claves de la vida en sociedad:


En primer lugar, regula la conducta sexual; sin las normas establecidas por la familia, nos acosaríamos sexualmente unos a otros indiscriminadamente, a cualquier hora y en cualquier lugar. Sería el caos.


En segundo lugar, la familia ordena la reproducción. ¿Se imaginan ustedes un mundo lleno de niños sin padre ni madre reconocidos? Socialmente hablando, el concepto de padre y de madre surge para identificar a los causantes de la criatura. Para que todo el mundo sepa (y ellos también, claro) de quién es el niño.


En tercer lugar, la familia ordena los comportamientos económicos básicos y más elementales; desde la alimentación a la producción y el consumo. Por eso, por ejemplo, cuando hoy día hablamos del consumo nacional, lo definimos como un agregado del consumo de las familias, que no es más que un consumo de los individuos canalizado a través de las familias.


En cuarto lugar, relacionado con lo anterior, la familia se encarga de educar a los niños, sobre todo en las edades más difíciles, en las edades más tempranas. Educar quiere decir enseñar a comportarse en sociedad.


En quinto lugar, la familia regula y canaliza algo tan importante para el ser humano como los afectos y los sentimientos. Es eso de las cosas de familia. Un espacio de verdadera intimidad, donde nos mostramos realmente como somos; donde sentimos con una profundidad extraordinaria. Donde amamos, y también sufrimos intensamente.


En sexto lugar, la familia ordena las relaciones entre generaciones. Me explico. Las generaciones son una pieza clave de la sociedad. Las provoca el envejecimiento progresivo que sufrimos. Y la continua oleada de la reproducción hace que haya, en un mismo momento, millones de sujetos agrupados por edades aproximadas. No es fácil la convivencia de unos con otros. Nunca lo ha sido ni nunca lo será. Los más jóvenes son de una manera determinada, y ven la vida así también. Y esa manera, ese entendimiento de la vida, no son iguales que los de los que tienen una edad mediana. Y estos tampoco coinciden con los de edad más avanzada. Y así sucesivamente. Este permanente conflicto, del que tanto se habla y que tanto parece preocupar, realmente, es algo muy sano para la sociedad. Los más jóvenes empujan a los más viejos, y los más viejos, aplicando el sempiterno principio maltusiano de que aquí ya no caben más, se defienden de los jóvenes llamándolos alocados e impulsivos.


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